Nos nombramos “micelio”: Aportación a Imaginar una isla segura de Micelio Abolicionista

Personas invitadas a Imaginar una isla segura. De izquierda a derecha: Profesora Iris Rosario Nieves, Jazdil Poupart de Micelio Abolicionista y Diego Alcalá.

Aportación de Micelio Abolicionista a la conversación sobre seguridad pública Imaginar una isla segura

En febrero del 2021 nos auto convocamos como personas interesadas en estudiar y reflexionar junto a otres alternativas al punitivismo que el sistema de castigo legal ofrece como única respuesta posible a los daños que hemos sobrevivido y a los que hemos causado a otres. Varies (si no todes) al interior de la grupa, a través de nuestras reflexiones, nos identificamos como sobrevivientes de múltiples violencias interpersonales e institucionales. Habemos personas queer, trans, negres, neurodivergentes, personas que hemos sido directamente impactades por violencia perpetrada por el sistema de castigo criminal y por el complejo psiquiátrico institucional y por violencia al interior de y sostenida por ONGs “de derechos humanos”. 

Pudimos nombrar y reconocer y narrar estas experiencias y las marcas que nos dejaron, así como sostener las historias de otres. Compartimos además el deseo de imaginar-accionar hacia otras maneras de atender nuestra sanación, la de quienes nos han causado daño y la de quienes hemos impactado nosotres con nuestras acciones fuera del estado, porque sabemos que si no ha atendido nuestras necesidades no es por falta de disposición y ciertamente tampoco por falta de recursos, sino porque sus instituciones son contrarias a la vida que merecemos. Rechazamos la insistencia en el castigo y en descartar a miembres de nuestras comunidades como única respuesta posible a la violencia y al daño. Denunciamos la hipocresía del estado en crear condiciones de profunda desigualdad para luego castigarnos por cómo respondemos a las heridas que nos causa y las necesidades que nos crea. Nos oponemos a los binarios que el estado propone como categorías inamovibles y en supuesta oposición entre sí y a las prácticas cotidianas que los sostienen, porque la inmensidad de nuestras existencias no puede ni podrá ser contenida jamás por sus categorías. En otras palabras: la existencia de las cárceles es contraria a la vida y nos proponemos ver en nuestras vidas su desaparición. Trabajamos para ello todos los días, sin un minuto de break, porque desaparecerlas requiere desaprender todo lo que nos han enseñado sobre nosotres mismes, sobre quienes viven en comunidad con nosotres y especialmente sobre quienes parecerían ser tan distintes, transitando otras comunidades, pero que en realidad no lo son. 

Nuestros primeros espacios compartidos consistieron de encuentros virtuales abiertos a quien quisiera llegar, donde teníamos conversaciones diseñadas y facilitadas por personas en la misma grupa y llegaron a sumarse personas desde México, Estados Unidos y República Dominicana. Eventualmente acordamos que queríamos tener la oportunidad de profundizar en ciertos temas más consistentemente y con el paso del tiempo, más de un año después, estamos ahora organizades en grupos de trabajo que giran en torno a un tema de interés o a una tarea que el grupo identificó como necesaria para continuar la gesta que escogimos y que hasta ahora seguimos escogiendo desarrollar: construir sistemas y prácticas que afirmen y promuevan la vida en lugar de enjaularla y destruirla. 

Nos nombramos “micelio”

“Los hongos micelio son un sistema de raíces dinámico que utiliza la confianza como mecanismo para construir y sostener una red vasta, recíproca y subterránea que conecta las raíces de los árboles y las plantas, compartiendo nutrientes y recursos para apoyar la salud del ecosistema entero dentro del cual existe. Esta red miceliana no puede existir sin confianza…”

“… La autopista de comunicación miceliana reconoce y cree en la habilidad colectiva para canalizar y recibir nutrientes según sea necesario, protegerse/protegerles en contra de parásitos y expandir las raíces hacia espacios donde hace falta crecimiento. El proceso de la red también promueve relaciones intergeneracionales que reciben una abundancia de sabiduría antigua y conexiones que residen en árboles más antiguos para beneficiar a los más jóvenes. Estos hongos afirman un compromiso a construir relaciones de confianza que fomentan el florecimiento de la vida toda.”  - Adaku Utah, sanadore nigeriane queer 

Co-crear en Micelio nos ha empujado fuera del ‘comfort zone’ de operar en individualidad y movernos a construir comunidad, con los gozos y dolores de cabeza que implica. Fomenta nuestro crecimiento porque nos exponemos desde la vulnerabilidad a otras vulnerabilidades, pero también somos capaces de hacerlo porque nos sabemos sostenides. También porque aunque para algunes la tendencia sea resolver las cosas por nuestra cuenta, sabemos que nada que importa en la vida vale la pena hacerlo sole. Que lo que necesitamos es promover comunidad. Que tenemos herramientas para ofrecer a otres y mucho que aprender y recibir de otres también.

Son estas ideas las que guían nuestra posición sobre la “seguridad”. Como todo lo demás en Micelio, para prepararnos para nuestra participación aquí hoy hicimos un ejercicio colectivo de plantearnos lo que entendemos por seguridad y encontramos una brecha inmensa entre lo que estamos programades a pensar/responder ante la pregunta versus lo que realmente sentimos y lo que sabemos que debería ser su significado. 

Algunas ideas que salieron en nuestro ejercicio sobre lo que entendemos por seguridad pública y lo que necesitamos para promover comunidades seguras: 

- Pienso inmediatamente en “policías” porque les asocio a la palabra, pero no es seguridad lo que me hacen sentir. Estas instituciones han monopolizado el uso de ciertos conceptos que les anteceden al punto de limitar nuestra imaginación de lo que deberían hacer.

 - Sería sentirme segura caminando por la calle sin mirar por encima del hombro ni cruzar las aceras 20 veces para evitar cruzarme con hombres. Sentirme cómode sentade frente a mi casa de noche sin pensar que me van a asediar en mi propio espacio. 

- Pienso en portones, cámaras, control de acceso, policías, vigilancia, jerarquías, figuras de poder, control. Pienso en cómo la política pública le otorga un sentido de seguridad solo a quienes tienen los medios y capacidad de empujar tanto al estado en la dirección que quieren, que el estado termina avalando esas ideas y actuando en pro de la protección de esas personas. 

- Para mí seguridad es saber que puedo estar en un espacio sin policías jodiéndome. Saber que tengo un espacio donde dormir y comer, donde mis necesidades básicas están cubiertas. 

- Gringos quedándose con el canto me generan sentido de inseguridad en el ámbito público porque el gobierno y la policía no priorizan mi seguridad en ningún aspecto de la vida, incluyendo este. Si pienso en seguridad pública pienso en el estado, pero no es realmente de nosotres ni atienden mis necesidades. Todo se vende y ni los recursos naturales se protegen. El lucro va por encima de la vida de los seres que habitan esta tierra. 

- Ajustar la escala en las iniciativas que pensamos “exitosas”. Pienso en cómo en los cultivos más saludables agroecológicos, se dan en espacios pequeños, con una diversidad tremenda y con un movimiento o rotación constante de esos cultivos para mantener tanto el suelo como su fruto saludable y sabroso y abundante. 

A raíz de nuestras experiencias

como personas sobrevivientes de violencia y en algunos casos, como personas que en carácter profesional acompañamos a sobrevivientes de violencia, entendemos la policía como herramienta de la clase alta y del gobierno. No existen para liberarnos ni hacernos sentir segures, sino para mantener el status quo por cualquier medio posible, convirtiendo a les ciudadanes y a las comunidades históricamente violentadas en un problema a ser resuelto.

 Si pensamos en las tareas que la policía asume actualmente, se encuentra por ejemplo, acompañar a personas que salen de la cárcel a un albergue que el estado considere “seguro”. Les viene a buscar un oficial y le transporta en una patrulla. ¿Cómo podemos esperar que quien ha sufrido violencia a manos de una institución luego confíe en ella para viabilizar que reciba los servicios que necesita para precisamente recuperarse de esa violencia?

Cuando pensamos en la palabra “protección” con la cual, por diseño, tantas veces asociamos a esta institución, lo que se nos ocurre preguntarnos es: ¿proteger a quién? ¿y protegerle de qué? Para las personas en el poder, la policía simboliza protección de rendición de cuentas, significa ejercer poder y autoridad de forma impune. Mantener el poder y autoridad que ciertas personas tienen sobre les demás, empleando recursos públicos para ello y en el proceso convenciéndonos de quiénes sí son dignes de ser protegides y por cuáles medios. Es monopolizar la violencia como herramienta que solo es correcto emplearla cuando se trata de proteger vitrinas de banqueros, reprimir protestas, mantener a jefas siendo jefas, enjaular a la gente “mala” según definida por esa misma gente en poder. Promueven un sentido de seguridad desde lo individual, desde las posesiones y no desde las relaciones. No genera comunidades más seguras y simplemente no tiene cómo hacerlo. No hay reforma posible que logre esto. 

La policía no está capacitada para salvar vidas ni reducir la violencia de estado porque existen precisamente para perpetrarla en todas las manifestaciones posibles. La policía, que pone a chamaquites pobres del mismo barrio a perseguirse y matarse entre sí, algunes con placa y recursos estatales, ES violencia de estado. La milicia, que se sienta a reclutar chamaquites pobres afuera de escuelas públicas y universidades privadas para mandarles a matar chamaquites pobres en otro lao, ES violencia de

estado. Las lógicas punitivas que acaparan todo nuestro entendimiento sobre cómo atender conflictos e incomodidades SON violencia de estado. No deberíamos aspirar a capacitar a la policía para “salvar vidas ni reducir violencia de estado” (en alusión a las preguntas guía que nos enviaron previo al conversatorio). Nos proponemos que la policía desaparezca y eso empieza con retirarles todos los recursos que tienen asignados y encontrando respuestas humanas a los problemas sociales que la policía no solo no resuelve sino que exacerban. Retirarles fondos, sí, pero también la legitimidad que las mismas propuestas reformistas y los “debates” sobre cómo humanizar una institución de muerte le siguen otorgando. 

En una entrevista que se llama “Aboliendo las prisiones con Mariame Kaba” (“Abolishing prisons with Mariame Kaba”, del podcast “Why is this happening”), ella habla de cómo ya cotidianamente empleamos alternativas al manejo de los conflictos fuera del estado, tantas veces sin pensarlo. No siempre llamamos a la policía. De hecho, para algunes de nosotres cuando único llamamos a la policía es porque nos vemos obligades a incluirles en una gestión que fácilmente la podría atender cualquier otre empleade públique, como cuando vamos a presentar una reclamación al seguro por un guayazo en el carro. Pensemos en cuando tenemos conflictos con nuestras mamás, nuestres hijes, nuestras amistades, desconocides en redes sociales, etc.: todos los manejamos de forma distinta según los recursos que tenemos disponibles y la relación que tengamos con cada cual. Cada conflicto e instancia de maltrato o abuso requiere una respuesta particular y las empleamos (con mayor o menor grado de eficacia) todo el tiempo. Si la policía llega después que se da el conflicto y solo responde de forma punitiva, ¿por qué seguimos malgastando recursos en reformarles para algo que no tienen la capacidad de ser? ¿Por qué insistimos en legitimar respuestas únicas desde arriba a las situaciones que esas mismas instituciones provocaron en primer lugar? 

Si alguien empleó su imaginación para construir la policía como institución y tantes otres la siguen empleando en transformarla a través de los años hasta ser lo que es hoy, si alguien empleó su imaginación para coger vagones llenos de suministros que nuestra gente necesitó y esconderlos y dejarlos podrirse para luego reprimir con policía y militares a quien reclamara, si al día de hoy se movilizan cantidades tremendas de recursos hacia organizaciones que le terminan de poner parchos al Titanic que es el Estado Libre Asociado, ¿por qué dudamos de nuestra capacidad de poner nuestra imaginación al servicio de co-crear las alternativas que sí nos merecemos?

La abolición de la esclavitud empezó también como una semillita en la imaginación de alguien, de “alguienes”. Tantes que lo soñaron lo hicieron porque confiaban tan profundamente en el derecho de sus descendientes a ser libres que lucharon por ella aún sabiendo que posiblemente morirían antes de verla darse. Tantes de elles trajeron trenzadas en su pelo semillitas de frutos y plantas que hoy consumimos porque se imaginaban a sí mismes y a les suyes en el futuro. Para nosotres abolir las prisiones y las instituciones que la sostienen y legitiman no es una metáfora. Como dice Mariame Kaba en su artículo del NY Times: “Yes, we literally mean abolish the police”. Sí, literalmente, cuando decimos que hay que abolir la policía, es a eso a lo que nos referimos y a nada menos. En ese mismo texto Kaba describe cómo incluso lo que creemos que hace la policía en el mejor de los casos ni siquiera es lo que realmente hacen y cuánto de lo que deseamos mantener luego de “reformarles” no existe. Que aquí quien nos deja morir es el estado y quien nos mantiene vives es la gente estirando el peso en comedores sociales, en proyectos artísticos comunitarios, clínicas comunitarias de salud, mentoreo formal e informal, en redes de cuidado que se tejen a pesar de la precariedad a la que nos someten las mismas instituciones y personas que…¿se supone que ahora aspiremos a reformar? 

La seguridad pública la construimos todos los días con nuestras acciones. Desde cómo nos mantenemos firmes con nuestras convicciones, cómo manejamos los conflictos en nuestros espacios y cómo soñamos todo lo que nos merecemos y procuramos alinear todas nuestras acciones con eso. Cómo rendimos cuenta ante nosotres mismes y nos esforzamos por alinear lo que pensamos y sentimos con lo que decimos y con lo que hacemos. Lo más lindo de Micelio es que es un ejercicio constante de lo que queremos seguir viendo porque “lo chiquito es todo”, como dice uno de los principios de Emergent Strategy (adrienne maree brown). Lo más lindo de adentrarnos en esta munda de la justicia transformativa es liberarnos de la única respuesta y fluir con los miles y millones de experimentos que tantes ponen en marcha todos los días con la convicción de que otra vida es viable y nos la merecemos y la estamos gestando y pariendo todos los días. 

Recomendamos chequear el proyecto 1Million Experiments, de Project NIA, para ver ejemplos de lo que es posible cuando nos abrimos a repensar la seguridad fuera del estado y sus instituciones de muerte. Verán proyectos de respuestas comunitarias a crisis como alternativa al 911, redes de apoyo para personas que han sido agresoras y para familiares y seres queridos de personas víctimas de violencia, iniciativas de apoyo mutuo que promueven satisfacer no solo nuestras necesidades más básicas sino nuestro gozo y placer en la vida en comunidad, entre otros. 

Los recursos que nos han apoyado en nuestro proceso formativo y de reflexión sobre estos temas provienen de la gestión de personas como Angela Davis, adrienne maree brown, Mariame Kaba, Elliot Fukui, Ruth Wilson Gilmore, Leah Lakshmi Piepzna-Samarasinha, mujeres y femmes y personas queer negres y otras personas racializadas y discapacitadas en Estados Unidos que narran y crean y contribuyen desde las heridas que estas mismas violencias les han provocado. Nos apoyamos también de la gestión de cimarronas como Harriet Tubman, Juana Agripina, Adolfina Villanueva y tantas otras cuyos nombres quisiera conocer, incluyendo a las y les que sobrevivieron para que les negres estemos aquí hoy. Nos debemos a todas las personas hoy en confinamiento que sufren la expresión más cruda de la violencia patriarcal y racista que ha parido este sistema y a sus familiares y seres queridos. Violencia de la cual directa o indirectamente se benefician tantas personas e instituciones en la medida en la cual les permite posicionarse dentro de la cajita de gente buena, con todos los privilegios que eso otorga. 

Para quienes ven la abolición de las prisiones y de la policía y la justicia transformativa como el medio que proponemos para alcanzarla, como una apología al abuso, les invitamos a reflexionar qué tienen invertido en las instituciones hegemónicas para aferrarse tanto a su perpetuidad. 

Gracias.




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