La indiferencia gubernamental ante cinco asesinatos íntimos
Por Luis A. Avilés Vera
Columna publicada en El Nuevo Día el 20 de febrero de 2024
No se turbe, ni se espante (por ahora), esto es un ejemplo hipotético. Piense usted en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) e imagine que dos estudiantes se suicidaron en dos años. Ante la lluvia de críticas, se tendría que establecer un plan de prevención de suicidios. Si ocurriese un tercer suicidio, seguramente despedirían fulminantemente a quién ocupe la rectoría. Quien llegue a dirigir el recinto tendrá que evitar, a como de lugar, un cuarto suicidio. Piense usted, ¿qué sucedería si al cabo de seis años se acumulan cinco suicidios? ¿Qué sucedería si en lugar de suicidios, fueran cinco estudiantes homicidas o feminicidas? ¿Qué clase de universidad sería esa?
Estos suicidios hipotéticos corresponden al término epidemiológico de "evento centinela", algo que casi nunca ocurre y cuando sucede --aunque sea una sola vez-- exige una alerta inmediata. Entre los cinco eventos centinelas más frecuentes en los hospitales (y ahora sí puede comenzar a espantarse) se encuentran dejar por error un objeto en el interior de un paciente, realizar una cirugía en un lugar equivocado (rodilla derecha en lugar de rodilla izquierda) y el suicidio de un paciente dentro del hospital. Estos sucesos evidencian enormes fallas operacionales que tienen que investigarse de inmediato para identificar todo posible error que contribuyó a que sucedieran.
Un feminicidio perpetrado por un policía debería considerarse como un evento centinela que revela una enorme falla en el sistema policial y exige una inmediata investigación de todo posible error que contribuyó al evento. Cuando hace dos años el policía José Rivera Velázquez asesinó a su expareja, la también policía Brenda Liz Pérez Bahamonde, el Comisionado de la Policía afirmó que su agencia siguió su protocolo al desarmar a Rivera Velázquez por un querella de violencia doméstica y que también se siguió el protocolo al entregarle su arma posteriormente. Tres semanas después, con esa arma de reglamento mató a su expareja. No es necesario que un Comisionado de la Policía conozca de epidemiología ni de eventos centinela pues con un mínimo de empatía humana y sentido común se llega a las mismas conclusiones. No hay ninguna virtud en proclamar que se sigue un protocolo que no funciona.
En el Negociado de la Policía hay 10,200 agentes varones, cifra similar a los 10,700 estudiantes que se matricularon en el RUM en agosto pasado. En los últimos seis años, los policías varones perpetraron cinco feminicidios íntimos, según el informe de Kilómetro Cero, Feminicidas en la Policía. Si cinco homicidios o feminicidios no serían tolerados en un recinto universitario, ¿por qué hay que tolerarlos en el Negociado de la Policía? Con cinco policías feminicidas, turba y espanta el serio problema de violencia de género en las filas de la Policía.
En este año eleccionario los programas de los partidos políticos ofrecerán evidencia para identificar quiénes proponen mecanismos efectivos para que la Policía rinda cuentas por sus acciones y quiénes son indiferentes a los asesinatos de Milagros, Brenda, Frances, Pilar y Érika, todas baleadas por sus parejas o exparejas policías.
El autor es Director de Investigaciones en Kilómetro Cero.