Nos unimos al dolor que se siente en todas las esquinas del País a esta hora

En Kilómetro Cero, nos unimos al dolor que se siente en todas las esquinas del País a esta hora, por la muerte de tres policías ayer: dos de la Policía Municipal de Carolina y uno de la Policía estatal. Lamentablemente, al momento en que escribimos esta nota, aún no se publican sus nombres. Sí sabemos que un cuarto oficial, Ángel Luis Colón, resultó herido y actualmente se recupera.

Nuestra lucha por reducir la violencia y el uso de fuerza del Estado también es dirigida a los policías. Existen investigaciones cuyos hallazgos han concluido que las restricciones en el uso de fuerza de los departamentos de policías salvan vidas, no solo de la ciudadanía sino también de las y los agentes.

Nos conmueve la cruda realidad criminal a la que nos exponemos todos y todas a diario pero muy particularmente los policías de nuestro país. La criminalidad en Puerto Rico principalmente es producto de una profunda desigualdad socioeconómica que sufren los grupos más marginados de nuestra población. También de la falta de efectividad del gobierno de Estados Unidos supervisando e interceptando el tráfico de armas en nuestras fronteras.

Es injusto exigir de la Policía más de lo que le corresponde ministerialmente. Y es aún más injusto continuar exponiendo a los oficiales de la seguridad pública a esa realidad criminal mientras se sigue ignorando y desatendiendo la verdadera raíz del problema. Por el contrario, las medidas extremas de austeridad y empobrecimiento han sido las políticas públicas de nuestros gobiernos durante años. Por eso precisamente, es que se les llaman las políticas de la muerte. Las agencias de seguridad no pueden atender esa profunda inequidad socioeconómica que detona la violencia. Puede comenzar a resolverla el Estado si invierte en nuestras comunidades, si incentiva la creación de trabajos realmente dignos, si promueve una política pública de equidad de género y racial, de acceso a la salud, al agua y aire limpio, a una educación sensible y de calidad, si facilita la organización comunitaria y un verdadero desarrollo para todos y todas, no solo para unos pocos privilegiados. Esa es la única manera de salvar vidas de policías y de civiles a largo plazo.

Como país, hemos perdimos a estos tres oficiales de la seguridad pública. Hoy acompañamos a sus familiares, colegas y amistades, en sincera solidaridad y con la esperanza de que podamos transformar nuestra realidad con un espíritu de verdadera reivindicación social. 

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